lunes, junio 19, 2006

El fotógrafo errante

En mis primeros años de fotógrafo "docto", mis temas fueron exclusivamente el paisaje en blanco y negro, siguiendo de manera irrestricta los postulados del viejo Stiglitz, Weston y "San Ansel". Me refiero al paisaje y sus equivalencias con el ser interior del artista. El trípode y el caminar reflexivo siempre estubieron presentes en dicho período (que por cierto de vez en cuando vuelvo a él). Llegué a la exageración de cargar una cámara de madera de gran formato. Fué un período hermoso y por cierto fructífero (dos libros publicados y dos exposiciones individuales).
Pero necesitaba probarme y salir de esos límites que me había auto impuesto. Comencé a cansarme del formalismo de este tipo de fotografía. Cartier-Bresson apareció en mi vida, al igual que otros tantos documentalistas, cuya mirada abarcaba básicamente la vida. Eso implicaba no solo el paisaje, si no que la gente, la vida urbana, etc. Por cierto la mirada era lo que mas me cautibaba. Esa elasticidad en recorrer temas distintos, con una mirada única y llena de sentimientos.
Al final del camino llegué a los trabajos en Polaroid de Robert Frank. Era cierto, tenía que romper mis fronteras, cambiar no sólo el sujeto a fotografiar, si no que escencialmente la mirada. Podía seguir utilizando la cámara de gran formato,por ejemplo, pero siempre y cuando fuera capáz de enfocarla con una mirada nueva y fresca.
Partí con la cámara de 35mm. Atrás quedó el trípode y comence a transformarme en un errante, donde fuera que estubiese. Necesitaba hacer ese ejercicio, aún cuando los resultados fueran discimiles. Me he pasado 2 años en eso, acumulando cerca de 100 planchas de contacto.
He decidido comenzar a revisar ese material, el cual no quería hacerlo por temor a encontrar algo sin valor. El esfuerzo será grande, ya que debo no solo editar las planchas de contacto, si no que además hacer copias de trabajo para la selección inicial (calculo mas de 200 fotos). Como hasta hoy en la mañana era 100% análogo, el trabajo debo hacerlo en el laboratorio, lo cual es muy largo y tedioso. Pero había que hacerlo y ver que es lo que hay en ese trabajo. No se puede estar acumulando en el tiempo trabajo y trabajo sin nunca editarlo (la cámara digital ayuda mucho en ese sentido).

Como sea, siento que este trabajo de fotógrafo errante, sumado al trabajo en el museo, me han permitido demostrarme que puedo abarcar nuevas miradas en este campo, con todo el riesgo que implica, pero con la tranquilidad de que no me he encasillado sólo en un tipo de fotografía o peor aún, una fórmula.

Mi buen amigo Daniel Barraco ya me lo decía, lo relevante para un artista respecto de su obras, es básicamente saber cómo empezar, pero una vez iniciado el trabajo, lograr que la mirada, el pincel o el cincel, se dejen llevar por si solos. Lo que hacía en un comienzo, tenía menos de esa randomización. Mis errancias tienen mas, definitivamente de eso.

Desde luego aún no he llegado a los trabajos del tipo escuela de Düsseldorf, como los Becher, Gursky, Struth, entre otros. Espero no llegar nunca, pero si lo hiciese, tendria claramente posibilidades en el Fondart...

Por ahora, me quedo con mis museos, mis errancias y tal vez algo mas.